James Horncastle, Simon Fraser University
La reciente toma de la mayor ciudad del país, Alepo, por parte de la oposición siria cogió por sorpresa a gran parte de la comunidad internacional. Tras la implicación de Rusia, Irán y Hezbolá en la prolongada guerra civil siria, muchos observadores asumieron que las fuerzas de Bachar el Asad habían ganado el conflicto.
Sin embargo, en la guerra nada es estático.
Después de Alepo, las fuerzas de la oposición continuaron su avance contra el gobierno sirio, culminando en la toma de la capital de Damasco, que ha obligado a El Asad a huir del país hacia Rusia.
Los sirios celebran la caída de un dictador que les hizo pasar por una prolongada guerra civil y el fin del férreo control de su familia sobre el país durante medio siglo.
Pero las fuerzas de la oposición que lo derrocaron en 2024 no son las que apoyaron Estados Unidos y sus aliados en 2013. Los grupos fundamentalistas, frente a las organizaciones moderadas preferidas por los estadounidenses, dominan ahora la oposición.
Es más, es poco probable que la caída de El Asad devuelva la paz al país a corto plazo.
La guerra civil siria
La guerra civil siria ha sido uno de los conflictos en curso más prolongados del mundo. En 2011, como parte de la Primavera Árabe, las fuerzas de la oposición intentaron derrocar a El Asad. Al principio, los países occidentales apoyaron a las fuerzas de la oposición. Las tácticas brutales del régimen de El Asad, que provocaron el desplazamiento de más de la mitad de la población del país, concitaron una gran simpatía internacional.
Sin embargo, este efecto movilizador duró poco. La escasa atención mundial y la aparición del ISIS hicieron que los gobiernos occidentales dieran prioridad a esta amenaza terrorista sobre la guerra. Esto permitió a El Asad recabar el apoyo de otras entidades para apuntalar su régimen.
Inicialmente triunfante
Muchos analistas sostenían que El Asad había ganado la guerra civil siria en 2018, y Estados Unidos bajo Donald Trump retiró sustancialmente su apoyo a los rebeldes sirios.
El gobierno de El Asad, mientras tanto, conservó un apoyo considerable de Rusia, Irán y del grupo armado libanés Hezbolá.
Pero aunque las fuerzas de El Asad mantuvieron el control de gran parte del país y de sus infraestructuras clave, se mostraron incapaces de derrotar permanentemente a las fuerzas rebeldes sirias. Además, el apoyo al régimen empezó a disminuir entre sus aliados por diversas razones.
Rusia se vio inmersa en un prolongado conflicto en Ucrania. Israel puso de manifiesto las vulnerabilidades iraníes en una serie de represalias a lo largo del año pasado. Y lo que es aún más significativo, Israel mató a varios dirigentes de Hezbolá en los últimos meses, comprometiendo gravemente su poder militar.
El régimen de El Asad no poseía una base de apoyo lo suficientemente amplia entre su propio pueblo como para sustituir a sus aliados externos.
Simultáneamente, sin embargo, las fuerzas rebeldes sirias también experimentaron una transformación.
La naturaleza cambiante de los rebeldes
Las fuerzas de la oposición siria han experimentado una marcada evolución tras años de lucha.
Es importante señalar que estas fuerzas dispares nunca estuvieron totalmente unidas. Al contrario, la oposición siria abarcaba desde elementos liberales y moderados hasta fuerzas fundamentalistas islámicas. Lo único que realmente las unía era la oposición a la tiranía de El Asad.
La retirada del apoyo por parte de Estados Unidos y muchos de sus aliados socavó la posición de los elementos más moderados de la oposición. Además, las Fuerzas de Autodefensa de Siria sufrieron pérdidas significativas contra Turquía en 2018 y aún no han recuperado su fuerza anterior.
La pérdida de aliados occidentales y el carácter duradero de la propia guerra civil siria dieron lugar a voces cada vez más radicalizadas. La más destacada de ellas es Hayat Tahrir al-Sham. Se formó en 2017 a partir de la fusión de varios elementos fundamentalistas entre las fuerzas rebeldes sirias.
Una plétora de países ha designado a Hayat Tahrir al-Sham organización terrorista vinculada a otras organizaciones radicales de la región. Es el grupo armado más poderoso entre las fuerzas rebeldes sirias.
Aunque Hayat Tahrir al-Sham ha afirmado que ha progresado desde sus orígenes extremistas, eso sigue sin estar claro.
Panorama de la posguerra
La cuestión inmediata tras la caída de El Asad es en qué derivará la Siria de la posguerra. El país ha ocupado una importante posición estratégica en los asuntos mundiales desde la Guerra Fría.
Esa importancia, de hecho, ha aumentado desde el comienzo de la guerra civil a medida que el mundo se ha vuelto cada vez más multipolar en lugar de estar dominado por Estados Unidos y sus aliados.
Donald Trump ya ha anunciado que Estados Unidos no intervendrá en Siria bajo su mandato. Esto concuerda con su política anterior de retirar las fuerzas estadounidenses de Siria y su postura aislacionista más amplia en términos de política exterior.
Con Estados Unidos poco dispuesto a actuar y los aliados tradicionales de El Asad incapaces de intervenir, se ha creado un vacío que tiene dos resultados probables.
La implicación turca
El primero, y más obvio, es que la oposición siria tome el poder. Hayat Tahrir al-Sham desempeñará un papel importante. Dicho esto, con la destitución de El Asad y la desaparición del único factor unificador entre todos los grupos de la oposición, es probable que se produzcan conflictos internos.
La segunda posibilidad es que Turquía se implique más en Siria, posiblemente junto con Hayat Tahrir al-Sham.
Turquía, como varios otros países, ha declarado Hayat Tahrir al-Sham una organización terrorista. Esta designación, sin embargo, no ha impedido a Turquía trabajar con el grupo en el pasado.
Sin embargo, Turquía considera a las fuerzas kurdas sirias una amenaza mayor que los grupos islamistas. Esto se debe a la importante población kurda que vive en el norte de Siria. Turquía se opone vehementemente al nacionalismo kurdo en todas sus formas debido a la también considerable población kurda que habita su propio territorio.
No es probable que ninguno de estos acontecimientos devuelva la estabilidad a Siria. Por el contrario, es probable que provoquen el desplazamiento y el sufrimiento continuos del pueblo sirio.
James Horncastle, Assistant Professor and Edward and Emily McWhinney Professor in International Relations, Simon Fraser University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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Author: viajes24horas
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Fuente: republicadominicana24horas.net