El aumento de la presencia del velo islámico en Cataluña y su defensa por parte de ciertos sectores políticos genera debate sobre los derechos de las mujeres y la libertad individual.
La diputada de Aliança Catalana en el Parlamento, Sílvia Orriols, se ha posicionado firmemente en contra del velo islámico, considerándolo un símbolo de sumisión y opresión que contraviene los valores democráticos y la igualdad entre hombres y mujeres. Orriols ha denunciado que, mientras el feminismo institucional defiende este elemento como una supuesta expresión cultural, en muchos países de origen musulmán las mujeres son obligadas a llevarlo bajo amenazas y coacciones.
Esta postura coincide con la preocupación expresada por Sonia Sierra, columnista de The Objective, quien en su artículo “Pueden llamarme racista” denuncia la hipocresía del Ministerio de Igualdad español al normalizar el uso del velo en nombre de la diversidad, mientras ignora a las mujeres que son obligadas a usarlo. Sierra argumenta que, en muchos casos, esta imposición responde a la sharía, una interpretación radical del islam que establece normas contrarias a los derechos humanos, como la lapidación o los matrimonios forzosos.
El digital Girona Notícies también se ha hecho eco de esta información, destacando la postura de Orriols y la controversia generada en torno a la normalización del velo islámico en Cataluña.
Un debate intensificado por los casos de violaciones en grupo y el aumento de la criminalidad
El artículo de The Objective también alerta sobre el peligro de la permisividad europea ante ciertas prácticas culturales que vulneran los derechos de las mujeres. Sierra señala el caso del Reino Unido, donde durante décadas, grupos de hombres musulmanes de origen pakistaní violaron a miles de niñas inglesas con total impunidad. Muchas de las víctimas fueron coaccionadas y maltratadas, y en algunos casos, los agresores justificaron sus actos diciendo que las mujeres occidentales “eran putas y basura por no llevar el velo”.
Este fenómeno, según Sierra, podría estar repitiéndose en España, donde las agresiones sexuales han aumentado un 500% desde 2016, y el 91,67% de los violadores encarcelados en Cataluña son inmigrantes, según datos oficiales del Departamento de Justicia. La periodista denuncia que la mayoría de estas violaciones en grupo corresponden a la práctica del taharrush, un patrón de agresiones sexuales propio de determinados países musulmanes.
Orriols: “No podemos normalizar la misoginia bajo la excusa de la diversidad”
Ante esta situación, Sílvia Orriols ha alzado la voz contra lo que considera una clara regresión en los derechos de las mujeres.
«El velo no es un elemento cultural inocente; es una herramienta de control y sumisión. No podemos tolerar que en Cataluña se normalice una práctica que muchas mujeres en el mundo están intentando dejar atrás», ha afirmado la diputada de Aliança Catalana.
Orriols también ha criticado duramente el silencio de ciertos colectivos feministas y LGTBI ante actos de discriminación por parte de sectores de la inmigración islámica. En este sentido, el artículo de Sonia Sierra menciona casos concretos, como la prohibición de entrada a cuatro jóvenes con la bandera LGTBI en un restaurante marroquí de Valencia, o la existencia de discotecas que prohíben explícitamente la entrada a homosexuales, sin que ello haya generado un escándalo mediático.
Un debate que divide a Europa
El papel del velo islámico sigue siendo un tema de controversia en toda Europa. En Francia, el gobierno ha prohibido el hiyab en escuelas e instituciones públicas, mientras que en países como Alemania o el Reino Unido el debate está más polarizado. En Cataluña, la cuestión del velo ha generado múltiples polémicas, especialmente en centros educativos, donde algunas chicas han sido presionadas por sus familias para llevarlo en contra de su voluntad.
Para Orriols, la solución pasa por una defensa sin complejos de la igualdad real entre hombres y mujeres, rechazando cualquier forma de sumisión impuesta por motivos religiosos o culturales.
«No podemos permitir que las niñas de Cataluña crezcan pensando que taparse es normal, porque no lo es. Esto no va de cultura, sino de libertad», concluye la diputada.