El momento es de máxima tensión. Presionado por Estados Unidos, el Gobierno ucraniano parece obligado a llegar a algún tipo de acuerdo. Pero también es cierto que Estados Unidos no se puede permitir que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, le conduzca a una situación en la que demuestre una aparente debilidad. Y ello, pese a la actitud servil e inexplicable de Donald Trump hacia Rusia.
En el último mes, la situación se ha movido de forma rápida e imprevisible. Rusia ha intentado aprovechar la ventaja comparativa de la reducción del apoyo norteamericano a Ucrania. De este modo, ha impulsado acciones bélicas que le han puesto las cosas mucho más difíciles a su enemigo. Esto ha creado situaciones de enorme peligro para las tropas ucranianas.
El territorio de la Federación Rusa que había sido ocupado por Ucrania se ha visto muy reducido a causa de los contraataques del ejército ruso. En origen, la ocupación por el ejército ucraniano de esta región pretendía desviar la atención rusa de otros frentes que estaban en mayor peligro. Pero también constituía una de las cartas que Ucrania había adquirido para una eventual negociación. Intercambiar territorio ruso por ucraniano era una perspectiva realista.
Ahora, la posibilidad de usar esas conquistas como moneda de cambio parece estar a punto de desaparecer. Además, las tropas ucranianas en la zona se encuentran en una situación muy delicada. Resulta difícil pensar en alternativas.
La ayuda de Estados Unidos
Pero el gran problema es el de la pérdida de la ayuda norteamericana. Las actuaciones paradójicas y contradictorias del presidente Donald Trump han llevado al colapso de la imagen de resistencia de Ucrania. Para el país eslavo, la necesidad de contar con Estados Unidos no tiene solo un valor práctico, por su apoyo con el armamento y la logística de la guerra.
La idea de que Ucrania puede derrotar a Rusia es lo que ha mantenido viva la llama de la guerra. Sin esta esperanza, la idea de resistencia ucraniana puede colapsar. Se necesita creer en la victoria para que sea posible desarrollar la lucha. Sin Estados Unidos, resulta complicado pensar en la posibilidad de forzar a Rusia a retirarse. O a aceptar siquiera un alto el fuego que les sea perjudicial.
Desde estas premisas, no es fácil realizar predicciones o proponer escenarios. Pero hay que tener en cuenta algunos aspectos que no han cambiado: la estrategia imperial rusa, la voluntad de resistencia ucraniana y la situación de debilidad comparativa de Europa.
Estas variables se pueden comprender como el marco dentro del que se va a continuar desarrollando el conflicto. La capacidad de pensar diversos escenarios depende, en buena medida, de todo ello. Vamos a describir a continuación algunas posibilidades de desarrollo futuro. También apuntaremos algunas de las que podrían ser sus consecuencias previsibles. Todo ello, por supuesto, teniendo en cuenta la volubilidad del momento.
Un primer escenario podría ser el siguiente: Estados Unidos fuerza a Ucrania a aceptar la pérdida de territorios actual y a retirar su candidatura a la OTAN, manteniendo una supuesta neutralidad. La guerra se acaba, o al menos se firma un armisticio. Pero Ucrania no puede renunciar al menos a adherirse a la Unión Europea: su vuelco hacia Occidente es ya demasiado profundo. Eso es algo que Rusia, que siente que el uso de la violencia la ha legitimado, no puede permitir. Las tensiones recomienzan, quizá con renovación de hostilidades.
Otro escenario consistiría en que no se firma más que un alto el fuego que se mantiene, precariamente, con las fronteras vigiladas y ocasionales intercambios armados. La zona se estanca y, dependiendo de los liderazgos rusos y ucranianos, habrá mayores o menores posibilidades de un retorno del conflicto. O puede continuar así a la larga, como la frontera entre las dos Coreas o el conflicto de Gaza.
Un tercer escenario es el que, habida cuenta de la torpe diplomacia trumpista, el conflicto continúe, sin ayuda norteamericana. Aquí, todo se decide mediante la relación de fuerzas entre una Rusia que ha transformado su economía en una economía de guerra y una Unión Europea que sigue vacilando en su compromiso. En este escenario, la pura deriva militar de la guerra decidiría el resultado. Habría riesgo de extensión del conflicto a otras partes del continente.
Soluciones poco factibles
No es muy factible un escenario en el que Rusia se retire de los territorios ocupados ni en el que Ucrania acepte voluntariamente su pérdida. Ucrania solo aceptaría el desgaje de territorios mediante un largo proceso, de años, en el que la nación se redefiniera totalmente. Esto ha pasado ya en Europa: tanto Alemania como Polonia, después de la Segunda Guerra Mundial perdieron enormes extensiones de terreno y, con el tiempo, sus sociedades lo han aceptado.
Sin embargo, el gran problema para esto no es Ucrania en sí, sino Rusia: la voluntad imperial del Estado dirigido por Vladimir Putin no tiene visos de cambiar, ni siquiera si se firmara un acuerdo de precaria paz. La Unión Europea tiene que comprenderlo y reforzarse. Y utilizar todos los medios a su alcance para impulsar un cambio de régimen en Rusia. Mientras Rusia no se desvincule de su tradición imperialista no podrá haber paz en Europa.
José María Faraldo Jarillo, Historiador, Universidad Complutense de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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Author: Soporte Técnico
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Fuente: republicadominicana24horas.net